«El tresbolillo ideal», de Alonso Holguín F.J., para el programa de radio Ruta 608

«El tresbolillo ideal», de Alonso Holguín F.J., para el programa de radio Ruta 608   Los sistemas luminosos establecidos en las intersecciones de las calles sirven, entre otras cosas, para regular el cruce de peatones y vehículos motorizados evitando colisiones accidentales. Se trata de un descanso en el viaje, trayecto o marcha, relajando pies, manos y atención. Momento de respirar, incluso de tomar algo de aire desplazando el cristal separador de nuestras vías aéreas.   Somos muy aficionados a las carreras de coches y motos. Estos espectáculos tienen un inicio fulgurante. Los motores rugen, los pilotos están atentos al color luminoso del semáforo y no pueden mirar de reojo a su contrincante de al lado. Si acaso utilizan uno de los apéndices del vehículo, cual es el objeto facilitador de la información: el retrovisor.   Se trata de un sistema simple: el orden del personal fue fijado al tresbolillo. Todos en paralelo, diferenciando la altura y distancia de los participantes. La vida diaria de un humano tiene algunas diferencias. Una de las costumbres es mirar al vecino cuando paras en un semáforo. A fe se trata de algo bastante estúpido hecho por la mayoría: seguimos la costumbre de vigilar el costado. ¿El lucero tricolor no indica el comienzo de la carrera hasta el siguiente sistema de señalización luminosa?   El cotilleo es difícil de evitar. Sí, todos diremos no, pero muchos hemos observado, mirado y establecido cómo el vecino se toda las cejas, evalúa el interior de la nariz o, en caso femenino, coqueta retoca su maquillaje.   Sin embargo pocos apreciamos una sensible diferencia en la distancia. Si evitamos detener el vehículo a la misma altura del retrovisor del vecino, permitiremos circular a motoristas hasta la cabecera de la línea de salida del semáforo. La mayoría somos educados, limpios y agradecemos ese favor: no corremos en ninguna competición y, si así fuere, nosotros somos de otra liga.   Sean prudentes ahí fuera y mantengan distancia de seguridad.   Este texto fue leído en el programa número 79 de www.ruta.608.com. Estoy completamente agradecido a «Pater» Mario por …

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«Siete apéndices, siete», de Alonso Holguín F.J. en Ruta 608

«Siete apéndices, siete», de Alonso Holguín F.J. en Ruta 608 Los apéndices de un cuerpo son necesarios para el funcionamiento correcto del conjunto. El motor es una pieza básica; sin embargo, por sí solo, no realiza ningún desplazamiento. Hoy trataré de siete importantes partes de …

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«Voladores en carretera», de Alonso Holguín F.J., en Ruta 608

«Voladores en carretera», de Alonso Holguín F.J., en Ruta 608 La pericia es necesaria para algunos ámbitos de la vida. Conducir una moto requiere mucha atención en cada momento. Hagamos un resumen:   -Pies: izquierdo acciona la palanca de marchas; derecho el freno de la rueda trasera. Ambos sirven, en conjunto y/o por separado, para no caerse en parado. -Manos: izquierda acciona el embrague; derecha el freno delantero y el acelerador. En el caso de cambios automáticos se reduce el trabajo de la izquierda. Ambas sirven para determinar la dirección de la motocicleta, así como, en algunos casos, cada una la intermitencia de su lado, claxon, luces de posición y, una de ellas, sistema de encendido / apagado del motor. -Ojos: han de estar pendientes de la circulación delantera, los retrovisores de ambos lados, aquellos objetos, personas y vehículos en paralelo. Al mismo tiempo han de estar vigilantes de las luces del cuadro de nuestra máquina: luces, intermitencia, gasolina, aceite,… -Oídos: escuchamos la melodía de la moto propia, que puede indicarnos alguna avería o mal estado. El sentido proporciona información al cerebro de otros usuarios, incluso de posibles peligros o alteraciones ajenas de la vía donde circulamos. -Cerebro: dirección conjunta de anteriores.   Esos apéndices de nuestro cuerpo forman gran parte de los sentidos. Correcto, si conducimos un vehículo de cuatro o más ruedas, también utilizamos esas descripciones. ¿Qué nos diferencia?   El otro día circulaba por la carretera A-4 sentido Andalucía. Un enorme cinco ejes frigorífico pisaba la línea continua divisoria del carril derecho e izquierdo. La mano izquierda del piloto descansaba y brillaba sobre la puerta de forma alternativa. Estábamos a 100 metros de un «chisme» para reducir los accidentes de circulación, de esos que hacen fotos si sobre pasamos la velocidad permitida. Al tiempo que pasaba bajo el pórtico vi una luminosidad volando desde el frigorífico…   De vuelta a la civilización, justo al pasar un semáforo, algo húmedo, viscoso y volador salió despedido de la ventanilla de una grúa plataforma. Por escasos dos metros y treinta centímetros no impactó en mi recorrido un escupitajo, tamaño meteorito… casi como la puñetera colilla de un trozo de puro que salió por la ventanilla del trailer.   Tanto ellos como nosotros utilizamos nuestro cuerpo para conducir, si bien una parte de la cabeza queda sin uso para algunos.   Sean prudentes en la carretera y un poco más cuidadosos con quienes compartimos vía…   Señor, señor, clausura todas las ventanillas… y oxigena cerebros.   Puedes oír el maravilloso programa aquí.

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