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El gobierno de España realizó un proyecto para evitar catástrofes en Valencia: una presa
La presa de Cheste, ¿quién se acuerda de ella?
El mayor enemigo de un político es la hemeroteca. España, concretamente las comunidades de Castilla la Mancha y Valencia, han sufrido la peor de las tormentas conocidas en muchos, muchísimos años. Fíjense en la gravedad para Margarita Robles –¡para qué hemos quedado!– ministra de Defensa, quien cifró en los «últimos 5.000 años» –¡menudo lapsus en los momentos que estamos!–.
Fue el día 29 de noviembre cuando se produjo el hecho. El gobierno conocía con más de seis horas de antelación al suceso en la provincia de Valencia, que el caudal de ríos y barrancos crecía de forma alarmante. Es más, los datos presagiaban que lo peor de las intensas lluvias aún no había llegado. ¿Qué organismo público gestiona esa información? La Agencia Estatal de Meteorología –antes Agencia Española de Meteorología; quitaron «española» por las cuestiones progres de Pedro y los suyos (suyas y suyes)–. ¿A qué ministerio está adscrita esa agencia? Al ministerio de Transición Ecológica, cuya titular es Teresa Ribera. Teresa –querida Teresa–, quien está a un pasito de irse a ganar un pastizal en la Unión Europea, pero aún atesora responsabilidades ministeriales. Se lo recordaremos el resto de su vida. No se preocupe, Teresa Ribera –tranqui–.
Esta individua es un exponente de las pretensiones contra la sociedad española de Pedro Sánchez y las políticas medioambientales. ¿Quién se acuerda del año 2004? Sólo han pasado veinte años, veinte. Si tragedia fueron los atentados de Madrid, tremenda ha sido la herencia de José Luis Rodríguez Zapatero. Corría ese año cuando el día 3 de julio se publicó un plan del organismo CEDEX (Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas): creación de una presa en Cheste para evitar riadas en 16 municipios de la provincia de Valencia. ¡¡¡¡¡¿Cómo?!!!!!
La Confederación Hidrográfica del Júcar hizo al previsión de actuar en los barrancos de Pozalet, Saleta y Poyo: «una veintena de municipios ya no mirarán al cielo con temor cuando lleguen las tormentas». Se presentó dicha medida a 16 ayuntamientos y asociaciones ecologistas —a estos últimos habría que enviarlos un tiempo a la India para que se nutrieran allí de una buena experiencia medioambiental—. De acuerdo a las grandes precipitaciones con motivo de la «gota fría» —ahora, quizá por esto de la «nueva normalidad» y las siglas, se denomina DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), ¡manda güevos!—, las localidades más castigadas se encuentran en la comarca de L’Horta Sud. ¿Qué efectos han sucedido de manera histórica? Destrozos en viviendas, anegar bajos de edificios –garajes, negocios…–, serios desperfectos en inmuebles y vehículos.
Daños por la DANA del 29 de noviembre de 2024
Alaquàs, Aldaia, Catarroja, Cheste, Xirivella, Godelleta, Massanassa, Paiporta, Picanya, Ribarroja, Torrent, Quart de Poblet, Loriguilla, Mislata y Valencia iban a ser protegidos por el plan contra riadas. Muchas de esas localidades tienen en el interior del casco urbano los barrancos del Poyo y del Pozalet.
Además, como complemento fundamental a la infraestructura, el proyecto incluía la construcción de dos diques, uno por barranco. Esos diques fueron proyectados para desaguar en el cauce del Poyo y reducir el caudal de agua en ambos casos por el efecto de la laminación del embalse, con capacidad de ocho metros cúbicos, aproximadamente.
La laminación es fundamental para evitar las catástrofes. ¿Qué es laminar el agua de un río? La laminación es un fenómeno natural en los ríos. En caso de no existir aumentos o disminución significativas de agua en un tramo, las variaciones de caudal son menores en el curso. Esto supone una atenuación en las desviaciones respecto al caudal medio. Los embalses regulan la cantidad de agua y evitan las grandes avenidas. Es más, si hay varios barrancos —como en el caso que nos ocupa—, se puede atenuar o evitar los daños sobre personas, cultivos, edificaciones, vías y obras públicas…
El proyecto incumplido incluía un corredor verde integrado en el entorno para minimizar el impacto medioambiental. Pero no sólo era la presa, sino la construcción de canales para capturar los caudales circulantes por los barrancos, y derivar su conducción hasta el río Turia. Esta actuación se veía necesaria en Aldaia, por ejemplo.
Aldaia. En esta localidad, el día 29 de octubre de 2024 se inundaron las dos plantas subterráneas de aparcamiento –5.700 plazas– del enorme centro comercial Bonaire. En estos momentos desconocemos qué tragedia se oculta en esos bajos repletos de agua y fango.
Anteriores alcaldes de esas poblaciones, ahora inundadas por la catástrofe, se felicitaron por el proyecto. Estos días, todos los españoles lamentamos decayera la construcción de la presa. Sí, ahora recordamos las prohibiciones de limpiar los cauces de los ríos… el afán para dejar discurrir el agua por sus cauces naturales y reducir el impacto del hombre en la naturaleza…
¡Todas las medidas «progres» han costado vidas! ¡Todos esos «principios» han beneficiado la destrucción de inmuebles, negocios, formas de vida!
España ha de espabilar. Sólo el pueblo salva al pueblo.
Si te apetece leer ficción, aunque se parece tanto a la realidad, puedes empezar «Quinta estación, Infierno».