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Paco Peña es un gran ser humano
De mirada serena y ojos pequeños, como si entrecerrara los párpados para ver venir las complicaciones de la vida antes que nadie, se nos presenta el rostro de un gran hombre: D. Francisco Peña, Paco Peña, como le conocemos compañeros y amigos. Voy a intentar describir a este ser humano tan excepcional, aunque, tras este humilde esbozo, es probable que el lector decida estar o no de acuerdo con un servidor. Pincho de morcilla, chato de clarete de Cigales, a que me llevo un tirón de orejas. Lo asumo.
—¡Chisssss, torero, no te pases! —Así empieza Paco cuando está a punto de darte uno de esos consejos que, por supuesto, hay que tener muy en cuenta, porque vienen cargados con toda la sabiduría de la experiencia.
Curtido en la niñez
Nacido en Granada, aún conserva ese gracejo acento andaluz que nunca pierde. Y peina canas —¡qué suerte y qué envidia!—, con esas manos fuertes pero suaves, que siempre te envuelven en un saludo lleno de cariño. Ah, ¿que no lo he mencionado? ¡Pues sí! Paco es guardia civil.
—¡Ea, ahí lo llevas!
Hijo de un agente del Benemérito Instituto, quedó huérfano pronto, en la tierna más tierna infancia. Ingresó en el colegio Infanta María Teresa a la temprana edad de ocho años. Claro, Dios Nuestro Señor siempre se lleva a las almas buenas y puras, sin preocuparse demasiado por lo que deja atrás en la Tierra.
—¿Qué tal estás, pínfano? —saludo habitual a los compañeros del Colegio Infanta María Teresa, 50 años de haber abandonado esas instalaciones.
No se me olvide otro deje habitual:
—¡Chisssss, huérfano! ¿Cómo va la vida? —Se nota hermandad, casi paternidad protectora.
¿Por qué ingresaron en ese colegio? La Guardia Civil inició su andadura en 1844. Se hizo el encargo a D. Francisco Javier Girón Ezpeleta, duque de Ahumada y marqués de las Amarillas. Desde la fundación, el cuerpo tuvo uno de sus principios en «premiar en los hijos las virtudes de los padres». El 12 de octubre de 1914 se inaugura ese centro de estudios y residencia de manera oficial. Se procuraría formación académica a aquellos huérfanos que, por distintas razones, no pudieran acceder al empleo de Guardia Civil, así como a aquellos hijos que no tuvieran la posibilidad de acceder a estudios, por estar destinados sus padres en lugares alejados de los centros de enseñanza media y superior.
De su etapa escolar, hay que recordar sus buenas dotes para el fútbol. Uno de los mejores defensas centrales que ha pasado por el equipo de huérfanos, con gran potencia de disparo y habilidad para los desplazamientos en largo desde la zaga.
Guardia Civil
Pasados los años entre balones de fútbol y libros, decidió seguir la profesión de su progenitor, como otros tantos compañeros.
En 1980, llegó destinado a Madrid, justo en los años más duros del terrorismo. Mientras el país se desangraba por ETA, GRAPO, Terra Lliure y demás alimañas, Paco y sus compañeros intentaban sobrevivir en un escenario en el que la muerte rondaba cada esquina.
—¡Chisssss, torero, que te estás despistando! —escucho decir al lado.
Paco Peña siempre fue hombre de calle, de esos que gastan suelas y pechan horas y días al calor o al fresco. Mientras que su compañero y amigo, el gran José Antonio García Redondo Laso se dedicaba más a las labores burocráticas, pero no por ello menos importantes.
Juntos, ascendieron los peldaños de la escala de suboficiales, cada uno aportando lo mejor de sí. Laso inventó el famoso “Método Laso” para organizar informes (¡sí, esos que nadie quiere hacer, pero todos necesitamos!), mientras que Paco Peña era de patear por las aceras. Esperaba pacientemente el momento de actuar y, cuando llegaba, se movía como el mejor.
Siempre fue un suboficial querido, de esos que asumen los errores de su equipo para protegerlos y luego, con un tono irónico pero cariñoso, decía:
—¡Chisssss, torero, primera y última cagada, eh! —Y claro, después de eso, no había segunda.
Fiel
Con el tiempo, su buen hacer le llevó a encargarse de una escolta muy importante, en una época en la que ser objetivo de ETA era casi un título honorífico para guardias civiles, policías y militares.
Años después, un oficial superior del ejército me preguntó cuál era la diferencia entre un militar y un guardia civil, respondí sin titubear:
—Nosotros cumplimos con la ley, no con las órdenes. Ahí reside la diferencia, mi general.
Y Paco Peña es un vivo ejemplo: siempre fiel a la ley, siempre respetuoso con los compañeros, siempre valiente. Un hombre que, pese a su apariencia rocosa, es todo corazón; un hombre que, en los momentos duros, más duros, se presenta a echar una mano, brazo y poner el hombro.
Ejemplo reciente es la mala suerte de Laso. Comenzó el calvario, tras superar varios ictus consecutivos. Paco estuvo ahí, apoyando a Conchi, su esposa; acompañando a la pareja en el peor trance de la vida; manteniéndonos informados con la novedad. Una vez más, el hombro en el que todos pudimos apoyarnos. Querido lector, 13 meses, 13, ha aguantado Laso agarrado al clavo ardiente de la vida, y nosotros con él. Si él no se rinde, ¿quienes somos nosotros para hacerlo?
Fortaleza
Porque Paco Peña, aunque pueda parecer duro como una roca, es una de las personas más cariñosas que uno puede conocer. Amigo de sus amigos, compañero de sus compañeros, siempre cerca en los malos momentos, cuando hacer realmente falta un amigo. Un gran profesional y, sobre todo, una gran persona.
Siempre recordaré una de sus frases más célebres:
—¡Chisssss, torero, recuerda que eres guardia civil!.
Y no me olvidaba, no. Ni de coña.
Paco, con eso, lo decía todo.
Gracias por ser como eres
Este pequeño homenaje, querido Paco, ha sido posible gracias a varios compañeros que han aportado su granito de arena: desde tu niñez hasta tu retiro del servicio activo. Y sí, tú también has participado, aunque no fueras plenamente consciente de ello.
Un abrazo, querido y admirado. Muchas gracias de parte de todos, especialmente de Laso y Conchi. Ya sabes, tenemos fuentes y nos cuentan cosas…
P.D. Lo veo venir:
—¡Chisssss, torero, te has pasao!
Como es costumbre, si quieres leer alguna de mis publicaciones, te recomiendo “Número ciego”, donde podrás conocer el método de trabajo de suboficiales en la Guardia Civil, como el gran Paco Peña.