Luis Mollá Feliu, una buena persona

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Falleció una buena persona

¿Cómo apareció Don Luis Mollá Feliu en nuestra vida? El suave balanceo de las olas en verano, la agradable temperatura del agua, una brisa muy agradecida para combatir los rigores del calor, y la protección del peñón de Ifach, junto a una pequeña cordillera, dotan a Calpe (Alicante) de 350 días de sol de media anual. Somos una familia con suerte, con mucha suerte, me atrevo a afirmar. Desde hace unos años, disfrutamos de la playa Cantal Roig en las inmediaciones de esa maravillosa piedra con una altitud de 350 m sobre el nivel de la mar.

El inicio de la amistad

Los aconteceres de esta vida nos proporcionaron descubrir a unas personas maravillosas, extraordinarias, muy bien educadas y con un gusto por la amistad sana que cultivan día tras día. Ya os hablé tiempo atrás de Don Juan José Silvestre, conocido como Juanjo –desde que conoció a Doña Nieves, su santa esposa–; forman un matrimonio magnífico.

Juanjo perdió una pequeña toalla protectora del brazo, donde una herida «no debe darle el sol», según el médico. «A quien viste de blanco, se le ha de hacer caso», decía mi abuelo Jacinto. Pensaba en el médico, en el carnicero –llevan cuchillo–, en el Papa –actualmente discrepo; mi abuelo estaría de acuerdo conmigo– y en un jugador del Real Madrid –como Don Alfredo Di Stéfano, «quien siempre tuvo razón, excepto a la hora de elegir mal el momento del retiro»–, nueva afirmación de mi abuelo, que en gloria estará con Don Alfredo.

Decía de la pequeña toalla, y mi abuelo se llevó mi santo al cielo. Encontró dicha prenda mi hijo, y Juanjo dijo que era suya. «La toalla con su dueño», dije al entregar el hallazgo. Ahí nació nuestra relación, nuestra amistad. Seguimos conservando el contacto de manera habitual –tiempos de tierras adentro–. Mantuvimos llamadas en la pandemia COVID19, que tantas vidas se llevó por delante, como al siempre añorado y querido Don Manuel Matías Fernández Zurdo.

Paseos con el alma

En las mañanas veraniegas, Juanjo y servidor damos un paseo rodeando el puerto de Calpe –cala del Racó y paseo del Príncipe de Asturias–, donde se realiza el contacto del peñón de Ifach con la mar; mar Mediterráneo, por si hay despistados. Juanjo, economista y hombre muy culto, a día de hoy sigue estudiando y conociendo temas de lo más diversos en el Ateneo de Valencia: literatura, conceptos y curiosidades científicas… Gracias a él, aprendo cada día –mucho– en nuestro ratejo de paseo, y los oportunos descansos sentados frente a la mar. Somos apasionados de observar cormoranes en vuelo rasante sobre el pequeño oleaje de la mañana; las inmersiones para pillar algún pececillo y desayunar.

La cuadrilla

Doña Nieves y Don Juanjo formaron una cuadrilla ciertamente interesante: Mari Carmen y Pedro, Rafaela y Eduardo, Trini y Paco, Cari y Luis. Valencianos, alicantinos, madrileños y alcalaínos, palentinos, jienenses y un cigaleño, echamos un rato en el suave movimiento de las olas pasado el mediodía. Hacia las 13 h nos tienen en la playa Cantal Roig hablando de los temas más diversos: actualidad nacional e internacional, economía, deportes, cultura en general, cocina y restaurantes, viajes, literatura, conocimientos científicos… «¿Sabían que antes el hombre solo necesitaba agua y comida para sobrevivir? Ahora no. En estos tiempos, además, precisa energía». ¿Interesante, verdad? Un pequeño dato de Don Manuel Toharia en su docencia en el Ateneo Valenciano.

Celebramos cada verano –al menos– una comida, donde cumplimos fielmente la tradición de este hermoso país llamado España, comentando la trayectoria vital y experiencias empresariales de estas personas veteranas. El 22 de junio de este año 2024 tuvimos una baja: Don Luis Mollá Feliu nos dejó su recuerdo imborrable. Os contaré un poco…

Luis Mollá Feliu

Luis fue un atleta en sus años mozos, con grandes marcas en los 200 m y salto de longitud, encuadrado en el Valencia C.F. de atletismo. Formó equipo nacional para batir a los austriacos en el relevo 4×100, en competición celebrada en Viena. El deporte fue una pequeña parte de su vida. Junto a Cari, su esposa, la iniciativa empresarial en el ramo textil abarcó su trayectoria personal. Evolucionaron un pequeño taller textil en Valencia a una potente industria de moda a nivel nacional: de fabricar babis a ropa de mujer. Cuatro tiendas, cuatro, llegaron a regentar en Valencia. Quizá algunos recuerden a «Cariech» y «Eskandalo». No, no solo se dedicaron a su ciudad. Sus creaciones, inspiradas en los viajes de Cari a París, se vendieron en toda la península e Islas Canarias. Una empresa con 34 trabajadores, 34 familias vivieron directamente de sus diseños.

La cena

Hace un par de años, durante una cena, estas estupendas criaturas se apretaron una cazuela de huevos fritos, picadillo de chorizo –gijas, decimos en Cigales– y un par de huevos fritos para cada uno en la cena de costumbre. ¡Qué espectáculo! ¡Qué gusto por la comida de toda la vida! Y eso que la edad de 80 estaba suficientemente cumplida.

El bueno de Luis sufría un deterioro en las piernas. Caminar se hizo difícil; mantener la verticalidad sin ayuda, imposible. Una «motillo» eléctrica ayudaba a sus desplazamientos. Al no poder bajar a la playa, por motivos evidentes, permanecía en la sombrilla más cercana a la puerta del club en el Paradero. Tras unos ejercicios guiados en la piscina, nos veía desde allí arriba acompañado por Don Pedro, que tampoco anda sobrado últimamente para subir y bajar a la mar. Don Luis, dotado de un gran sentido del humor, era un gran tertuliano. Sus experiencias, anécdotas, la relación de amistad con Miguel de la Quadra-Salcedo y las múltiples bromas añadían un punto más que divertido a las reuniones informales. ¡Qué ratos tan cojonudos de conversaciones!

Guardianes de la memoria

Luis, conocido por Lucho, Javi y Sheila son los tres hijos del matrimonio con Cari. Herederos de la conjunción entre la belleza de sus padres, inteligencia y educación, hacen recordar a ambos cuando intercambiamos avatares en la mar, mientras nos mueven las olas ligeramente.

Un mazazo para todos. Echaremos de menos a Don Luis. Dios Nuestro Señor decidió llevarse a esta maravillosa persona a su lado. Un gran tipo, una hermosa familia. No nos dio tiempo a agradecerle lo suficiente su buen hacer en la vida. Seguro que alguien le hace llegar estas sinceras letras a Don Luis Mollá Feliu. Cuidaremos y disfrutaremos de la compañía de Cari. Un beso al cielo.

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