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«Felicidad de padre», de Alonso Holguín F.J., para www.ruta608.com
Las mañanas comienzan con una suerte de movimientos en las ciudades para llevar a los niños al colegio. Mayormente vehículos a cuatro ruedas y carrozados se ven circular por las calles, ocupados por las ilusiones y amor futuros de las familias. Sueño, alguna sonrisa y repaso de última hora de los deberes.
Llevo a mi hijo de 11 años al colegio en nuestro coche. Nada más incorporarnos a la circulación somos testigos del incremento de la velocidad, adelantamientos, cambios de carril y nerviosismo de otros coches con el resultado de llegar cinco segundos antes al semáforo.
-¿Qué raro conduce la gente? -me dice el zagal.
-Tienen prisa, hijo, estúpida prisa.
Cuando nos adelantan mira de soslayo el careto del piloto -sea hombre o mujer-. Se adivina tensión, enfado, muecas de impaciencia en su mayoría. Nosotros, mientras tanto, oímos y tarareamos música de la radio, hacemos planes para la tarde, el fin de semana o, simplemente sonreímos al recordar los ríos, capitales de Europa o cómo expresar una idea en inglés.
-El año que viene al instituto -me dijo el otro día.
Así será. Nos pilla un poco más lejos. Por ello, más calles, semáforos, coches y tensión de otros.
-En moto ¿es menos estresado?
-Sí, viajar en moto es un síntoma de felicidad -respondí-. Nosotros, la mayoría, no tenemos prisa por llegar, ya que se disfruta del viaje, de cada momento.
Mi Harley tiene asiento individual, ya que a él y a mi santa la sintonía no les “molaba” mucho hace unos años.
-Papá, este año ya sé el regalo de mi cumple: necesitaré una chaqueta, casco y asiento en tu moto para ir al insti el próximo curso.
-…guantes y pantalón -completé el regalo.
¿Se puede ser más feliz como padre? Creo que no.
